lunes, 28 de mayo de 2012

Mitos y creencias sobre gafas y lentillas





Hoy os vamos a aclarar algunos falsos mitos y creencias acerca del uso de gafas de o lentillas:

Ponerse gafas “hace” que luego veas peor.

Falso.

El ser humano es cómodo por naturaleza y nos gusta más ver bien como cuando nos ponemos las gafas que cuando no nos las ponemos. El hecho de usar gafas no hace que nos suba la graduación, más bien al contrario; el no ponérnoslas sí puede provocar un aumento de la graduación entre otros factores.
Mucha gente piensa que como ve normalmente es como se tiene que ver hasta que se hacen una revisión y descubren cómo se ve el mundo realmente al usar su graduación. Cuando se quiten las gafas no es que vean peor, ven como siempre han visto pero, como decíamos al principio, nos gusta más ver mejor, situación que se da al ponerse las gafas.

Los progresivos marean y no te adaptas a ellos.

Sí y No.

Me explico, en las ópticas se siguen vendiendo progresivos desarrollados hace muchos años que son los más baratos y que son los que se usan normalmente en las ofertas de precio del tipo “Montura y Progresivos X euros”. Estas lentes no tienen el grado de desarrollo tecnológico de las más modernas ni los sistemas de fabricación son iguales en todas las lentes. En las lentes más modernas los periodos de adaptación son realmente cortos y la sensación de mareo inicial es prácticamente inexistente en la mayoría de casos. También las graduaciones más altas van peor con progresivos más antiguos. Hay que estudiar cada caso y , por supuesto, el profesional óptico ha de explicar convenientemente el manejo de las lentes progresivas sobre todo a personas que se las ponen por primera vez.

Aquí podéis ver una comparativa entre tecnologías antiguas y modernas en estas lentes

Las gafas de sol de mercadillo no estropean los ojos si te las pones poco.

Falso.

Las gafas de sol de mercadillo no pasan ningún control de calidad como las que pasan las que se venden en ópticas.

Fabricar una lente o cristal (aunque sea sin graduación) es una tarea que exige varios procesos, tratamientos, coloraciones y controles de calidad para garantizar que la superficie óptica de la lente sea óptima, no provoque graduaciones extrañas en los diferentes puntos de la lente (en las gafas de mercadillo es muy habitual la presencia de graduaciones o aberraciones ópticas que provocan mareos,cefaleas, etc a los usuarios) y que éstas posean un filtro ultravioleta que elimine la radiación que llega al ojo y que las gafas de mercadillo no poseen provocando daños a las estructuras oculares como conjuntivitis, cataratas, queratitis, etc.

La radiación ultravioleta está siempre presente durante el día aunque esté nublado y esta proviene no sólo de la luz directa del sol sino también de la reflejada en las aceras, muros, coches etc.

Aquí tenéis más información acerca de la radiación UV y sus efectos sobre el ojo.


Las gafas de cerca de farmacia o de mercadillo sirven para trabajar todo el dia.

Falso.

Las “gafas que ya están hechas” no son más que lupas con forma de gafas y están hechas con los materiales más baratos y de peor calidad ópticamente hablando de cuantos se encuentran en el mercado hoy en día y se deben usar sólo para casos puntuales o como ayuda de emergencia, no para un uso continuado.

Este tipo de ayudas visuales se inventaron en Estados Unidos y se vendían inicialmente en los aeropuertos para su uso durante el vuelo. En los aeropuertos de destino existían unos contenedores donde la gente las tiraba al llegar. De hecho su nombre originario era el de “Disposable Eyeglasses”, traducido al castellano “Gafas Desechables”.

Cuando miramos de cerca los ojos se dirigen al punto de fijación y, para una lectura prolongada en cerca, hay que alinear perfectamente el centro óptico de la lente con el centro pupilar del usuario y con el punto de fijación. Todo esto no se tiene en cuenta con las gafas de farmacia lo que junto a la justita calidad óptica provoca malestar y dolor de ojos al cabo de mucho rato de usarlas.

Las lentillas se secan y al final del día son incómodas.

Sí y No.

Aquí ocurre como en el caso de los progresivos. Las lentillas más baratas o de oferta poseen materiales desarrollados a principio de la década de los 80 y nada tienen que ver con las modernas tecnologías empleadas en las últimas generaciones de lentes de contacto que poseen una mayor retención de agua y una oxigenación del ojo hasta 8 veces mayor que con las tecnologías antiguas provocando que el llevar las nuevas tecnologías hagan que o no se se sequen o se sequen mucho menos que antes, que no exista limitación en el número de horas de uso de las mismas, que se pueda dormir con ellas...

Estamos hablando de más de 30 años de diferencia en el desarrollo tecnológico entre unas y otras. Y este desarrollo no para. Los laboratorios siguen investigando nuevas tecnologías y materiales para las lentes de contacto.

Aquí tenéis más información:


No pasa nada por alargar las lentillas.
Falso.

Las lentillas son un producto sanitario como lo son los medicamentos y están diseñadas, siempre y cuando se limpien y mantengan adecuadamente, para un uso sin problemas durante una puesta en el caso de las desechables diarias, 30 días desde que se desprecintan en el caso de las mensuales, 15 días en caso de las quincenales, etc.

Pasado el tiempo ni los laboratorios ni las ópticas nos hacemos responsables de los daños que un material caducado provoque en el ojo del usuario.
Estos daños van desde conjuntivitis y molestias en los casos más leves a las queratitis o úlceras corneales en los más graves que conllevan irritación, dolor, lagrimeo o fotofobia.

Puede que no pase nada por alargar las lentillas una vez, dos, tres... pero llega un día que pasa alguna de las complicaciones anteriormente descritas y, en la mayoría de casos hay que abandonar definitivamente el uso de las lentillas porque es imposible llevarlas por el dolor y las molestias que se producen al poner cualquier material sobre una de las lesiones que os hemos comentado.
Así que ya sabéis, ojo con alargar las lentillas, lo que en un principio parece un ahorro económico a la larga se transforma en un grave perjuicio para vuestra salud.


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